Cuando perdí a mi perrito sentí un inmenso dolor, aún sabiendo que era algo que podía pasar porque estaba muy mal, sentí una gran frustración y un arrepentimiento enorme... él me entregó todo lo que pudo, me dio su vida entera y se que que yo no le di todo lo que podía... era pequeña cuando él era pequeño y cuando fui grande era egoísta... pero sus 12 años de vida él me amó con todo su ser y con todo su corazón... Estuvo conmigo en mis peores años... puede que parezca tonto pero me sentaba en el patio a conversar por horas con él... porque sentía que dentro no podía hablar con nadie...
Nunca habrá otro perro que sea mi chiquito... ni que juegue conmigo a correr por toda la casa para terminar trepándose en el sillón, virado de panza esperando que se la rasque... ni que se vire de panza y se niegue a irse hasta que yo no le rasque para mimarlo... que salga corriendo de la casa a toda velocidad y regrese una hora después cansado y lleno de plantas de haber jugado tanto... que juegue con las cerezas que caen del arbolito para luego de un rato comérselas... que saque la tierra con las patas de atrás y entierre sus juguetes con la nariz... que juegue en mis pies cual gato... y que me haya extrañado tanto los fines de semana que tenía que irme de casa... nadie que haya crecido junto a mi...
Ella no es un reemplazo... sinceramente nadie podría reemplazarlo, de aquí a 10 años seguiré extrañándolo tanto como el día que me dejó... Ella es un recordatorio de que el amor puro e incondicional existe, de que la alegría desmesurada y el cariño desbordante son lo mejor que puedes recibir al abrir tu puerta... y aunque me muero de miedo.. porque sí estoy muerta de miedo, lo estoy intentando de nuevo aunque de aquí a otros 15 años se me vuelva a hacer el corazón pedazos... esta vez empiezo grande y cuidadosa de la pequeña vida que se ha puesto en mis manos.
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| Hola Mundo! No tengo nombre porque mis mamis son indecisas. |
